Antes del 8 de Noviembre de 1895, el
diagnóstico médico se realizaba por el interrogatorio al paciente, por la palpación y
por la auscultación. Fue tal la magnitud del descubrimiento que a los pocos meses del
anuncio, ya se realizaban en el mundo exámenes radiográficos con fines médicos, y se
había inventado y popularizado la fluoroscopía.
Luego, en las siguientes décadas, fue
impresionante el impulso con que se desarrolló esta especialidad. Ya no solo era
cuestión de poder ver los huesos en patología traumática u osteoarticular, sino el
poder ver, con la evolución de las sustancias de contraste, otras estructuras internas
como el tubo digestivo, el sistema urinario, los vasos sanguíneos, etc.
Este notable evento fue merecedor en 1901
del primer premio Nobel de Física, y resultó en un cambio trascedental en el manejo de
nuestros pacientes al aportar la piedra angular de una nueva especialidad médica de
desarrollo vertiginoso: la radiología, que permitía estudiar al paciente por dentro,
haciendo cada vez más preciso el diagnóstico de las enfermedades.
Conforme se mejoraban los equipos
de Rayos X haciéndolos más eficientes y seguros se iniciaban otras modalidades
de imágenes. Así, luego del desastre del Titanic, por ejemplo, se desarrollaron
grandes esfuerzos por obtener un método que detectara los obstáculos debajo del
mar.
El uso del ultrasonido de alta
frecuencia en problemas marítimos se inició en la primera guerra mundial y las
investigaciones, entre 1948 y 1958, para la aplicación de esta técnica al
diagnóstico fue un trabajo en conjunto de personal y equipo militar, industrial
y médico; sin embargo, no fue hasta finales de los 70 que se lograron los
equipos a tiempo real tal como los conocemos actualmente.
El progreso de la informática
tiene y seguirá teniendo una gran influencia en la radiología. En 1972, el
británico Hounsfield presenta en Londres el primer tomógrafo computarizado, en
el cual la imagen no es analógica, como en la radiología convencional, sino
digital. El equipo, que le valió un premio Nobel, fue desarrollado en base a
los trabajos matemáticos, en 1917, del australiano Radon y a los de un
sudafricano, Cormack, en 1950, sobre la distribución de las dosis de
radioterapia causada por la heterogeneidad de las regiones del cuerpo.
El tomógrafo mide la atenuación
de los rayos X conforme pasan a través de una sección del cuerpo desde
diferentes ángulos, y luego, con los datos de estas medida, el computador es
capaz de reconstruir la imagen del corte.
La más reciente aportación de la
tecnología al diagnóstico por la imagen es la resonancia magnética. Su
descubrimiento les valió el premio Nobel de Física en 1952 a Bloch y Purcell,
pero no fue hasta 1981 que se publicaron los estudios de los primeros pacientes
sometidos a la técnica de R.M. con la espectroscopía, lo que permitiría una
localización precisa de la fuente de la actividad metabólica en vivo.
La gran diferencia de la
resonancia magnética con todas las otras técnicas radica en que en lugar de
radiaciones utiliza un pulso de radiofrecuencia y, una vez finalizado el pulso,
se capta una señal proveniente del paciente, la cual es procesada por un equipo
computarizado para reconstruir una imagen.
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